Una definición  de terapia:

 

“La psicoterapia es una relación interpersonal en la que intervienen dos o más personas y en la cual los motivos de los participantes aluden a temas eruditos, éticos  y curativos”.

 

He elegido esta definición entre muchas, porque me ha gustado su amplitud, que permite la inclusión de la gran variedad de situaciones que se pueden producir en una relación psicoterapéutica, y no obstante, y como todas las definiciones, no acaba de ser completamente cerrada.

 

¿Qué es lo que esperamos de una terapia psicológica?.

 

Como es obvio, cada persona que decide acudir a un profesional de la psicología lo hará por sus razones particulares. En muchos casos, cuando se atraviesa una situación que parece estar superándonos, y para la que quizás nuestros recursos no nos están resultando tan eficaces como en otras situaciones vitales, es cuando nos planteamos que podrían sernos de utilidad los conocimientos de un terapeuta; aunque en ocasiones no se tenga claro a que tipo de terapeuta acudir, ni siquiera que es lo que se puede o debe esperar de un proceso terapéutico, o más concretamente psicoterapéutico.

 

En la actualidad, la problemática que con más incidencia se da en nuestras sociedades occidentales modernas, es la aparición de síntomas de ansiedad, estrés, depresión, tristeza, falta de energía para afrontar nuestra vida cotidiana, trastornos del sueño y de carácter emocional, problemas de relación de pareja, de relación con los demás, incluidas las situaciones problemáticas en el ámbito profesional. Tanto es así, que un gran porcentaje de las consultas en la Medicina General, tienen directamente uno o varios de estos motivos como causa principal, o enmascarados entre otros síntomas, aparecen estos, fundamentalmente ansiedad y tristeza.

 

En muchos casos el periplo de alguien que atraviesa una situación que le resulta problemática, empieza por acudir a un profesional de la medicina, y para una parte de la población es probable que les resulte suficiente, y que no deseen indagar más allá.

 

Lo que ocurre con el planteamiento médico, es que la persona acude para curarse una enfermedad; pero cuando la enfermedad está en la “mente”, se hace una analogía con la enfermedad física, y se espera un tipo de ayuda muy concreta, en la que se pasa a ser “paciente” como receptor pasivo de un servicio que actuará para “curarle”, y que en muchos casos se traduce en un tratamiento farmacológico, sin que se nos suela exigir que movilicemos otros recursos personales, y que participemos activamente en la solución de nuestros problemas.

Lo que en muchas ocasiones se espera de la psicoterapia viene influido por nuestro contexto cultural, por los psicólogos que con mayor o menor acierto aparecen en televisión, en libros o que vemos en películas, muchas veces tratadas en clave de humor, dónde se juega con divanes, personajes estereotipados, “locos” divertidos, o no tanto, criminólogos expertos en conducta humana, cuando no terapeutas malvados, conspiradores y manipuladores; también puede ser por los comentarios de amigos que acuden o han acudido a uno u otro tipo de terapeuta. En todo caso, en la cultura mediterránea, con su luz, su clima y su particular estilo de vida, parece que existe mucha menos propensión, y se valora menos la ayuda que se pueda conseguir de la terapia psicológica, que en las culturas anglosajonas, dónde es mucho más frecuente, y está mucho más normalizado socialmente el recurrir al servicio de este tipo de expertos, sin necesidad de que la situación tenga que ser etiquetada de esencialmente problemática o trastornada. Aquí es normal contarle nuestros problemas a un íntimo amigo o un familiar, y aunque no esperemos que nos den una solución, el apoyo emocional que nos pueden prestar es en muchos casos de un valor inestimable, y a veces suficiente. O por el contrario, se enmascara y se niega la situación problemática, o se piensa que "yo puedo con esto" o que "ya se me pasará", ya que “yo no necesito un psicólogo porque no estoy loco”.

 

 

Mi visión de la psicoterapia es la de un proceso en el que el actor fundamental es la persona que consulta, en la que pasa a un primer plano de actuación para poner en marcha el cambio que necesita, y el papel del terapeuta es, desde sus conocimientos especializados en pensamientos, emociones y conductas; asesorar, apoyar y guiar para conseguir los cambios orientados a los fines propuestos.

 

Los mecanismos y técnicas que utilizan los distintos tipos de psicólogos, nacen del modelo teórico que cada cual tenga como base para la explicación de la “psique” humana. Lo que ocurre con los modelos teóricos, es que son por definición incompletos y falibles, y no siempre excluyentes, o contrapuestos a otros modelos teóricos. Por lo que soy de la opinión que cada modelo psicológico debe aportar al terapeuta herramientas diferentes, que utilizadas adecuadamente, han de servir para ir salvando los distintos obstáculos concretos que nos vamos a ir encontrando en el proceso de crecimiento y autoconocimiento que supone la terapia.

 

 

Creo en una psicología integradora, en la que se adapta el método a la persona, y no la persona al método; ya que cada uno inicia este proceso desde un punto vital y existencial único y personal, y por tanto, para unos será necesario un proceso de análisis profundo de aspectos de su personalidad y biografía, otros puede que sólo deseen resolver problemas prácticos más inmediatos y presentes, o bien, se busca un mayor autoconocimiento que aporte más significado y sentido a su vida, o quizás la consecución de un logro o hito que se les resiste en estos momentos. Por lo que el proceso de intervención deberá adaptarse a la demanda concreta, de manera personalizada. Esto hace que la duración e intensidad del proceso de psicoterapia sea muy variable en cada caso, y que además pueda ir cambiando, en función de lo que se vaya demandando a lo largo del proceso de intervención.